viernes, 28 de septiembre de 2012

DESARROLLO MORAL DE UN NIÑO




En este documento desarrollaremos y explicaremos las fases del desarrollo moral de un niño.

El desarrollo moral es un proceso que se entiende como el desarrollo cognitivo y emocional que permite a cada persona tomar decisiones cada vez más autónomas y realizar acciones que reflejen una mayor preocupación por los demás y por el bien común. Cada uno tiene su propia moral. Todos tenemos un juicio, juzgamos nuestra actitud y la de los demás.

Distinguir entre el bien y el mal es fundamental para vivir en sociedad. El sentido moral es el conjunto de valores que rigen el comportamiento. Mediante ellos, las personas deciden qué está bien y qué está mal. Pero para el recién nacido, nada es bueno o malo desde un punto de vista moral. Algunos expertos en psicología infantil consideran que el bebé nace sin ningún tipo de sentido moral. Es el caso del psiquiatra y padre del psicoanálisis Sigmund Freud, del psicólogo evolutivo Jean Piaget o del psicólogo estadounidense Lawrence Kohlberg.

El proceso de socialización permite que los niños interioricen las normas sociales que ayudan a distinguir el bien del mal.

Es muy difícil establecer a qué edad los niños son capaces de empezar a distinguir entre el bien y mal. Se considera que la adquisición de estos valores, aunque se dé al inicio de la infancia, se estabiliza a lo largo de un período de tiempo bastante largo y no igual para todos.

El desarrollo del sentido moral es fruto de varios factores interrelacionados: el desarrollo cognitivo, las experiencias del niño con su entorno (sobre todo, los hechos que provoquen en él reflexión) y rasgos de comportamiento genéticamente condicionados.

El niño aprende e interioriza un repertorio de normas y valores, que jugarán un importante papel en la constitución futura de su identidad y de su personalidad.

La empatía es la capacidad de penetrar de manera profunda, a través de la imaginación, en los sentimientos y en las motivaciones del otro. Sin empatía, no se puede desarrollar el sentido moral. No se puede distinguir entre qué está bien y qué está mal, porque estos juicios dependen, en gran medida, de distinguir entre qué es bueno y qué es malo para los demás. Alrededor de los dos/tres años de vida, el niño comienza a tener empatía. Es bueno que los padres, familiares, amigos, le ayuden al niño a expresar y a tener en consideración sus propios deseos y los de los demás, a ser participativo en los juegos y expresar emociones positivas y negativas, para que de esta forma aprenda a ponerse en el lugar de la otra persona.

La Teoría del Desarrollo Moral fue planteada por Piaget y más tarde completada por Kohlberg. Ambos sostienen que los niños no pueden emitir juicios morales sólidos hasta que alcancen un nivel suficiente de madurez cognitiva como para ver las cosas como las vería otra persona.

Una de las teorías más conocidas y citadas acerca del desarrollo moral es la de Lawrence Kohlberg. Este autor divide el desarrollo moral en tres niveles. Cada uno de estos niveles se encuentra dividido en diferentes etapas.

  1. ETAPA PRECONVENCIONAL (hasta los 9años)
En esta etapa las normas son una realidad externa que se respetan solo ante las consecuencias (premio o castigo) o ante el poder de quien la establezca. El niño no piensa en los sentimientos o actitudes que generan sus actos. Será a partir de los tres años cuando el niño empieza a ser consciente de que existen sentimientos y emociones y que éstos pueden ser diferentes a los suyos. El niño empieza a entender que sus actos generan emociones y actitudes en los demás. Es importante en estas edades empezar a trabajar con el niño estas emociones, saber cómo afectan en él y enseñar a controlarlas para que se sientan mejor ante situaciones frustrantes, lo que se conoce como desarrollo emocional.

Estadio 1. OBEDIENCIA Y MIEDO AL CASTIGO. Es el estadio propio de la infancia. Obediencia orientada a la evitación del castigo. Los agentes externos (padres, familia, amigos,…) determinan qué hay que hacer y qué no. En esta etapa el niño asume que hay un sistema de reglas fijo que ha de obedecer sin cuestionar. 

Estadio 2. FAVORECER LOS PROPIOS INTERESES. Obediencia orientada a satisfacer sus intereses, considerando correcto que los demás también persigan los suyos. Las normas son como las reglas de los juegos: se cumplen por egoísmo.  Los niños reconocen en esta etapa que no existe una sola una visión correcta dad por los padres. Diferentes personas tienen diversos puntos de vista.

  1. ETAPA CONVENCIONAL (desde los 9 años hasta la adolescencia).
Etapa en que nos identificamos dentro de un grupo, los amigos adquieren gran importancia a la hora de sentirnos bien. Se quiere responder favorablemente a las expectativas que los otros tienen de nosotros. Se considera bueno o malo aquello que la sociedad considera. Se inicia el proceso de reciprocidad, empatía, tener en cuenta cómo reaccionará la otra persona ante los propios actos. 

Estadio 3. BUENAS RELACIONES INTERPERSONALES. Propio de la adolescencia. Aceptan las reglas compartidas en el entorno familiar, nos mueve el deseo de agradar, ser aceptados y queridos. 

Estadio 4. NORMAS SOCIALES ESTABLECIDAS. Se llega bien superada la adolescencia. La persona sabe que lo correcto es cumplir con las normas socialmente establecidas para proporcionar un bien común.

  1. ETAPA POSTCONVENCIONAL (adolescencia, adultez)
Es el nivel de comprensión y aceptación de los principios morales y las normas.

Estadio 5. DERECHOS INDIVIDUALES Y CONTRATO SOCIAL. Se reconoce que todos los seres humanos tienen el derecho a la vida y a la libertad, derechos por encima de todas las instituciones sociales. 

Estadio 6. PRINCIPIOS ÉTICOS UNIVERSALES. Aquí impera la regla de oro de la moralidad: "hacer al otro lo que quiero para mí". Se ven los derechos humanos como algo importante.


El punto común entre todos los investigadores es que es fundamental el papel que juegan los agentes socializadores. Entre ellos, destacan el de los padres. "La interacción entre padres e hijos en la vida diaria facilita esta transmisión de valores".

Los padres son fundamentales en el desarrollo moral del niño. Pero, a medida que éste crece, el papel de la escuela y de sus iguales adquiere más relevancia. Los niños pasan muchas horas en el colegio y, en la adolescencia, encuentran sus principales referencias entre sus iguales.



BIBLIOGRAFIA:

Papalia DE. (1992). Psicología del desarrollo. Edit Mc Graw-Hill.
Piaget, J. (1932). “The moral judgement of the child”. New York: Harcourt Brace.
Salvador Giné. (2012). El origen de la moral. Ética y valores en la sociedad actual. Ediciones Península.




Lucía Galván Trapote
Psicóloga
Num. Col. 18562

jueves, 20 de septiembre de 2012

Alimentación saludable en la etapa escolar


Esta semana decidimos abordar el tema de la alimentación en la etapa escolar. Nos decidimos a tratar este tema debido a la iniciativa de muchos colegios de poder usar fiambrera a la hora de comer. Esto supone para lo padres tener que elaborar un menú saludable y equilibrado que además sea compatible con el uso del fiambrera ya que hay alimentos que se desaconsejan o bien no son agradables al recalentarlos horas más tarde.

Nuestra propuesta de esta semana esta encaminada a dar a conocer los grupos de alimentos que son aconsejables para el crecimiento de los pequeños así como la elaboración de un menú semanal que sea sano, equilibrado y del agrado de los niños.

Buscando diferentes definiciones de alimentación saludable he escogido la siguiente:
“Una alimentación saludable se define como aquella que es suficiente, equilibrada, variada, segura, adaptada al comensal y al entorno y sensorialmente satisfactoria”

He elegido esta definición porque nos dice que ha de ser suficiente y adaptada al comensal y al entorno, es decir, cada persona se sacia a niveles distintos. Habrá niños que con media hamburguesa ya no tengan más hambre y otros que necesiten comer la hamburguesa entera. De la misma manera que los habrá que necesitan hacer comidas menos cuantiosas pero más repetidas (podrían incluso hacer 6 comidas a lo largo del día) y otros que las harán más cuantiosas y espaciadas (unas 4 al día). Es por eso que cada madre conoce a su hijo y no debe compararlo con lo que comen los demás niños. Yo soy de las que cree que en las comparaciones uno siempre sale perdiendo.
 Esta definición también nos habla de una dieta equilibrada, variada y segura. A la hora de organizar un menú la creatividad y la imaginación son factores a tener en cuenta si no queremos caer en el aburrimiento de comer cada semana los mismos platos. Si lo adultos muchas veces nos cansamos de la monotonía de los mismos sabores, los niños también. Es posible que cuando introducimos un sabor nuevo a nuestra comida los primeros días no sea el sabor favorito del niño, pero puede ser que una vez que lo va probando acabe por gustarle. También debemos aceptar que habrá alimentos que no les gusten nunca. En cuanto a la variedad y la seguridad, esto depende de los padres.
Finalmente que la alimentación sea sensorialmente satisfactoria depende de la armonía de todos estos elementos y del entorno en el que se desarrolla la comida, donde hay intercambio de afecto y comunicación con el resto de comensales, que en la mayor parte de las ocasiones son los padres y en algunos casos los hermanos.

La agencia europea de seguridad alimentaria y la organización mundial de la salud recomiendan que, del total de energía ingerida, un 15-60% sea aportada por glúcidos o hidratos de carbono, un 20-35% por lípidos o grasas, y un 10-15% por las proteínas.

COMIDAS PARA LA FIAMBRERA

Con la polémica novedad de poder llevar fiambrera a los comedores de los colegios queremos ser de ayuda a la hora de elaborar una guía introductoria con ideas para un menú saludable en la etapa escolar.

La alternativa de poder llevar fiambrera a la escuela es buena si se dispone del espacio y las condiciones de refrigeración (nevera) y lugar donde calentarlo (microondas). Esta opción requiere planificación de los menús a diario y necesita garantizar las condiciones higienicosanitarias (ya que hay alimentos que es mejor no comer en la fiambrera).

Hay que tener en cuenta que para elaborar la fiambrera siempre es más cómodo un plato único, pero necesitamos que este contemple los nutrientes necesarios como hidratos de carbono, verduras y proteínas. Por ello si no podemos garantizar que el plato único contenga estos nutrientes seria más conveniente mantener la estructura clásica de primer plato, segundo plato y postre.

La Agencia de Salud Pública de la Generalitat de Cataluña nos propone diferentes ejemplos de menú(de plato único) para verano e invierno, por ejemplo:

En primavera o verano:
  • Ensalada de arroz y atún (lechuga, tomate, zanahoria, olivas, nueces, arroz y atún)
  • Ensalada de patata con huevo duro y queso feta (patata, huevo duro, queso feta, cebolleta tierna, pepino y vinagreta de miel y mostaza)
  •   Pasta fría con dados de calabacín, tiras de pollo y albahaca.
En otoño y en invierno:

  •  Lasaña de col y carne picada
  • Estofado de judías secas con cebolla, puerro y pimiento
  •  Calamares estofados con cus-cus y verduras (calabacín, cebolla y calabaza)
Hay que tener en cuenta que los preparados de pescado dejan olor en el microondas después de calentarlo, y esto puede ser molesto para el resto de comensales. Por ese motivo, las preparaciones de fiambrera no lo suelen incluir y se reserva las raciones para la cena o el fin de semana.
En la preparación de la fiambrera es importante seguir cuatro normas básicas: limpiar, separar, cocer y enfriar. Y debemos evitar elaboraciones con huevo crudo, cremas, trufa o nata.

Por último no debemos olvidar que hay que potenciar:
  •  El consumo de fruta fresca y de temporada, como postres habituales o como complemento de almuerzos y meriendas.
  •  El consumo de verduras y hortalizas de temporada en el primer plato i/o como guarnición del segundo plato de las diferentes comidas, además de garantizar su presencia habitual en las ensaladas.
  • El consumo de legumbres y de frutos secos crudos o torrados sin sal.
  •  El consumo de cereales (pan, pasta, arroz…) integrales.
  • El consumo de lácteos desnatados o semidesnatados, principalmente, en forma de leche, yogures y quesos.
  •  La presencia de pan, preferiblemente integral, en las diferentes comidas.
  • El uso de aceite de oliva.
  •  El consumo de agua como bebida básica y vital, tanto en las comidas como entre horas.
  • Un estilo de vida activo que incluya un mínimo de una hora de actividades de intensidad moderada/intensa (caminar, correr, jugar en el parque, hacer deporte, etc.)
Bibliografia:
-      L’alimentació saludable en l’etapa escolar. Generalitat de Catalunya, Agència de Salut Pública de Catalunya.

viernes, 14 de septiembre de 2012

EL DUELO POR LA MUERTE DE UN HIJO




En este documente tratamos un tema que seguramente sea de los más difíciles y complicados de explicar, el duelo por la muerte de un hijo. Seguramente nadie tiene la respuesta ante la pregunta de cómo superar la muerte de un hijo.
El duelo es el trabajo psicológico necesario para que la pérdida del ser querido se pueda superar con el tiempo.

En el ciclo de la vida lo normal es que nosotros muramos primero que nuestros hijos, pero cuando sucede lo contrario se nos trastoca todo el proceso de vida.

La muerte de un ser querido es un suceso al que nunca estamos preparados para afrontar, pero cuando un hijo se nos va es fácil encontrarnos ante un estado que se nos escapa de las manos, por lo que será bueno y necesario el poder tener apoyos en nuestro alrededor, ya sea la familia, amigos o especialistas, que puedan ayudar y guiar a lo largo de este proceso. No podemos cuantificar ni comparar el dolor que puede provocar la muerte de un hijo, y seguramente para cada uno de nosotros nuestras pérdidas sean las más dolorosas. 
Los padres se sienten responsables de la protección de sus hijos y, su pérdida, suele ser vivida como un fracaso y con un gran sentimiento de culpabilidad.

Lo importante es entender que un proceso de estas características es individual, ninguno es igual a otro y es diferente el duelo que vive un padre, una madre, los hijos o los abuelos.
En términos generales, un duelo normal puede durar entre 6 meses y 3 años. Cuando se sobrepasa este lapso, se habla de un problema patológico y se recomienda acudir a terapia con un profesional.
Es frecuente que la muerte de un hijo produzca tensiones y conflictos en la vida de pareja, derivadas de las diferentes formas de aceptar la pérdida. A veces, uno de los cónyuges puede pensar que al otro no le ha afectado tanto la muerte porque no llora o no habla de él, y otras porque puede que la pareja no viva al mismo tiempo los momentos de mayor dolor o las crisis emocionales derivadas de la pérdida. Es también relativamente habitual culpar de alguna manera a la pareja, lo que se puede traducir en reproches continuos o en sentimientos de impaciencia e irritabilidad hacia el otro. 

Existen etapas dentro del proceso de duelo que se repiten en la mayoría de los casos:

-      Evitación/negación: se presenta como un  rechazo ante la noticia, impide la aceptación de la pérdida como verídica. Se caracteriza por un bloqueo emocional y mental. Se puede entender como estado de “shock”. Se deambula por la vida y pueden darse episodios de amnesia, de no llorar o de permanecer como sonámbulo.
Después de unas tres semanas, se empiezan a experimentar las siguientes fases que no guardan un orden estricto y que pueden repetirse más de una vez.
-      Defensa psicológica/depresión: este es un periodo caracterizado por depresión (tristeza profunda).
-      Confrontación: esta es la etapa más complicada, que más cuesta de resistir y con más carga emocional, ya que implica tener que aceptar la realidad. Aquí es cuando muchas personas hablan de que le duele el corazón o el alma de pena.
-      Rabia/ira: en esta fase aparece la ira y se buscan culpables (uno mismo, el personal médico, Dios). Abundan los sentimientos de impotencia.
-      Reestablecimiento/aceptación: se produce una reubicación al mundo real. Es cuando ya puede hablar de la pérdida, aunque siga doliendo.


A continuación mostramos indicadores que nos muestran que una persona que ha sufrido una pérdida necesita ayuda:

-      Que pase más de tres meses, desde que ha sufrido la pérdida, en los cuales la persona no busque ayuda por sí misma.
-      Que la persona le pierda el sabor a la vida, tanto que ya no tenga motivaciones, nada de lo que antes le llamaba la atención le motiva en la actualidad (que se desconecte de la familia, de la pareja, amigos,…).
-      Cuando ya no le interesa ni su propio cuidado físico, que deje de comer, de prestar atención a su estado físico.
-      Cuando rompen lazos de unión con los que antes se relacionaba.

No es fácil salir uno solo de un dolor tan grande como es la pérdida de un hijo, por lo que será importante apoyarnos en otras personas para volver a alcanzar el equilibrio personal y la armonía familiar.
 


Lucía Galván Trapote
Psicóloga
Num. Col. 18562