viernes, 13 de julio de 2012

Niños con autismo



En este documento vamos a explicar que se entiende por este trastorno, cuales son los rasgos fundamentales presentes en estos niños. Hablaremos también de las causas y del tratamiento que reciben.

Leo Kanner (1943) es quien realizó la primera descripción del trastorno. El autismo es un trastorno del desarrollo infantil. Esto significa que se trata de un trastorno que se manifiesta en los primeros tres años de la vida y que se caracteriza porque no aparecen – o lo hacen de modo claramente desviado de lo esperable - algunos aspectos normales del desarrollo: las competencias habituales para relacionarse, comunicarse y jugar o comportarse como los demás niños.

Es importante ser consciente del comienzo precoz de esta patología en el primer periodo de vida.

El autismo es el resultado de un daño neurológico que afecta a las funciones cerebrales e interfiere en el desarrollo normal del cerebro en las áreas de razonamiento, habilidades de comunicación y la interacción social.
Cuando hablamos de autismo hablamos de un conjunto de alteraciones semejantes, pero cuya manifestación varía mucho en grado y forma de unos niños a otros, es decir a pesar de las diferencias que pueda existir entre diferentes personas con autismo, todas ellas comparten dificultades en cuanto a habilidades sociales, de comunicación e imaginación; por lo que hablamos de Trastorno del Espectro Autista (TEA), ya que se entiende el autismo como un continuo de síntomas que van de mayor a menor gravedad. Este término fue introducido por Lorna Wing (1988).
Lorna Wing diferenció entre 4 dimensiones principales alteradas en los niños con autismo:
-      Alteración cualitativa en la interacción social
-      Alteración en las capacidades de comunicación social
-      Patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades
-      Alteración en las habilidades de imaginación y comprensión social

  • Alteraciones cualitativas en la interacción social:
No les resulta sencillo apreciar las intenciones de los demás, desarrollar juegos y hacer amigos. En consecuencia, el mundo social no les resulta fácil y en muchas ocasiones no les interesa, mostrando aislamiento. Estas limitaciones sociales son especialmente marcadas en la infancia, atenuándose un poco a lo largo de la vida; ya que su interés social va aumentando espontáneamente y ello favorece el aprendizaje de nuevas competencias.

  • Alteraciones en la comunicación social
Frecuentemente, aquellos que desarrollan el habla lo hacen con ciertas características peculiares: ecolalia (repiten lo que escuchan de la gente de su alrededor), perseveración en las actividades, entonación anormal, etc. Lo más característico es el que el lenguaje no es utilizado de manera social para compartir experiencias y vivencias; presentando dificultad para iniciar o mantener una conversación recíproca; comprender sutilezas, bromas, ironía o dobles intenciones. Este fallo de la comunicación verbal se acompaña además de pobreza o ausencia de la comunicación no verbal: gestos, posturas o expresiones faciales que acompañan normalmente al habla o la sustituyen.

  • Patrones restringidos de comportamiento, intereses y actividades
Las personas con autismo presentan intereses especiales, que no son frecuentes en otras personas de su edad (fascinación por partes de objetos, piezas giratorias, letras o logotipos, etc.), aunque lo más característico es que no comparten sus intereses con los demás. Pueden aparecer movimientos corporales estereotipados (aleteos, giros sobre uno mismo, balanceo, deambulación sin funcionalidad, etc.). El juego tiende a ser repetitivo y poco imaginativo (hacer hileras, agrupamientos, fascinación por contar y repetir, etc.). Muchas personas presentan ansiedad ante los cambios de sus rutinas y/o del entorno (horarios, recorridos, objetos o personas que cambian su ubicación o postura, etc.). En las personas con mayor capacidad intelectual sus intereses restringidos son más sofisticados y pueden incluir el hacer colecciones, listados, recopilar datos sobre temas específicos: astronomía, monedas, mapas, trenes, programas informáticos, etc.
Muchos de estos niños padecen fenómenos de hipo e hipersensibilidad a los estímulos sensoriales. Esta alteración sensorial puede explicar fenómenos frecuentemente observados como por ejemplo, taparse los oídos, no tolerar determinados alimentos o tejidos, rechazar el contacto físico, autoestimularse con la saliva o mirando reflejos ópticos, o responder inusualmente al dolor.

  • Alteración en las habilidades de imaginación y comprensión social:
Manifiestan limitaciones en el juego que realizan. Presentan un juego primario, y solitario. Realizan las actividades que les interesan en ese momento con preferencia en juegos mecánicos y funcionales con escasa función simbólica.



La detección precoz es uno de los principales objetivos para los Servicios de Atención Primaria, ya que conlleva la intervención temprana y a la mejora del pronóstico, pasos esenciales para los niños con TEA.

En términos generales el autismo se caracteriza por un extremo aislamiento del niño en relación al ambiente, esto lo podemos observar cuando a los cuatro meses el bebé no muestra movimientos anticipatorios para ser cogido en brazos.

En la actualidad, la evidencia científica plantea una visión multifactorial compleja, por interacción de diversos factores, genéticos y ambientales, sin que todavía se conozca exactamente cuáles son y cómo interactúan los posibles factores ambientales sobre la susceptibilidad genética. Entre los factores ambientales, se han sugerido infecciones víricas (rubéola, herpes, citomegalovirus, etc.), complicaciones obstétricas, administración de vacunas (aspecto controvertido que recientemente se ha absolutamente descartado), intoxicaciones, intolerancia a ciertos alimentos y nutrientes, consumo de determinados productos durante el embarazo, alteraciones gastrointestinales, etc. Hasta la fecha, la conclusión de los numerosos grupos de trabajo es que no existe evidencia documentada de modo científico, que pruebe que los factores ambientales estudiados sean por sí mismos causantes del autismo.

Aunque algunos estudios e informes familiares señalan anomalías observables en los primeros 12 – 18 meses de vida, es actualmente a partir de los 24 meses cuando se aprecian, con mayor intensidad, los síntomas característicos. El desarrollo del lenguaje, en los primeros años de vida, presenta un retraso significativo o características peculiares en una mayoría de personas con TEA.

En niños de alrededor de dos años de edad, los síntomas más frecuentes son: la ausencia de una mirada normal a los ojos; el no compartir interés o placer con los otros; la falta de respuesta al ser llamado por su nombre; el no “llevar y mostrar” cosas a los demás, y el no señalar con el dedo índice.

Signos precoces detectados con más frecuencia en el niño con riesgo de autismo:
-          Retraso en el desarrollo de la comunicación y del lenguaje
-          Dificultad para dirigir su mirada en la misma dirección en que mira otra persona
-          No mira hacia donde otros señalan
-          Ausencia se atención conjunta (no alterna la mirada entre un objeto y el adulto)
-          Ausencia de gestos comunicativos (apenas señala para pedir, no dice adiós con la mano)
-          Ausencia del balbuceo inicial/comunicativo como si conversara con un adulto
-          Ausencia de palabras o de frases simples
-          Regresión en el uso de palabras o frases y en la implicación social
-          Alteraciones en el desarrollo de la interacción social, la respuesta emocional y el juego
-          Falta de sonrisa social
-          Falta de interés en juegos de interacción social
-          Escaso interés en otros niños  (los ignora evita, no imita sus juegos)
-          No responde cuando se le llama por su nombre
-          Ausencia de juego funcional o simbólico (dar de comer, bañar o vestir a un muñeco)
-          Escasez de expresiones emocionales acompañadas de contacto ocular asociados a situaciones específicas
-          Ausencia de imitación espontanea
-          Intereses restringidos y movimientos repetitivos
-          Ausencia o escasa exploración visual activa del entorno
-          Tendencia a fijarse visualmente en ciertos estímulos u objetos (como son las luces)
-          Tendencia a sub- o sobre- reaccionar a sonidos u otras formas de estimulación ambiental (ejemplo: busca ciertos estímulos o se cubre los oídos ante sonidos que no son muy fuertes)
-          Movimientos repetitivos o posturas del cuerpo, brazos, manos o dedos
-          Tono muscular, posturas, patrones de movimientos anormales.
-          Irritabilidad
-          Desórdenes del sueño

Un programa eficaz va construyendo competencias a partir del interés del niño (o fomentándolo inicialmente), a menudo con un calendario predecible, enseñando tareas fraccionadas en pasos sencillos, implicando activamente al niño en actividades altamente estructuradas y reforzando de maneras variadas su comportamiento. La participación de los padres se ha identificado como un factor fundamental para el éxito y la familia debe coordinarse con el profesorado y otros profesionales de apoyo a la hora de determinar objetivos y sistemas de apoyo (comunicación aumentativa, ayudas visuales, uso de las nuevas tecnologías, historias sociales, etc.).
La enseñanza organizada y estructurada, sea en contextos naturales (su casa) o en contextos específicos de aprendizaje (la escuela o servicios especializados), es la intervención más eficaz y hay datos que apoyan que el recibir este tipo de intervención desde la temprana infancia, esto es durante la educación pre-escolar, se asocia con un mejor pronóstico.



BIBLIOGRAFIA:

-          Josep M. Brun, Rafael Villanueva. Niños con autismo. Experiencia y experiencias. Editorial Promolibro, Valencia. ISBN: 84-7986-573-3.

-          Llúcia Viloca. El niño autista. Detección, evolución y tratamiento. Ediciones CEAC. S.A. 2003. ISBN 84-329-9530-4.

-          http://autismodiario.org/



Lucía Galván
Psicóloga
Col. 18562

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