El proceso de sociabilidad
en el niño surge a partir de la relación que establece con los demás.
Los seres humanos somos
seres sociales y es la interacción social que desarrolla las particularidades
que lo distinguen como tal.
El proceso de
socialización consiste en la aparición por parte del individuo de toda la
experiencia social, lo cual le proporciona la posibilidad de integrarse a la
vida en sociedad.
El proceso de
socialización transcurre a lo largo de toda la vida y se caracteriza por ser de
carácter bidireccional, es decir, por un lado se encuentra toda la influencia
que ejercen los grupos y por otro, la recepción activa que realiza el
individuo. En este proceso bidireccional, los padres adquieren un papel
fundamental, ya que son los primeros “agentes de socialización” del niño, las
primeras personas con las que interacciona.
De 0 a 3 meses:
Durante los primeros meses
de vida los bebés necesitan adaptarse dadas las grandes diferencias entre el
útero materno y el mundo al que acaban de llegar. Han de adaptarse a la presión
que supone la gravedad, respirar por sí mismos, alimentarse, etc. Por eso mismo
pueden llorar al notar que nos alejamos o al no escucharnos, es normal, hasta
ahora estaba acostumbrado a vivir escuchando el latir del corazón de su mamá.
Podremos observar que con un mes fija la mirada en la cara del adulto cuando
este le habla, parece mirarnos fascinado.
Hacia los dos meses nos sigue
con la mirada y aparece la sonrisa social (sonríe a las caras familiares). Se
queda quieto y se tranquiliza cuando le hablan.
A los tres meses se anima
cuando ve el biberón o cuando sabe que ha de mamar. Busca las caras y aprecia
la compañía.
De 3 a 6 meses:
Es a los 4 meses cuando ríe
a carcajadas al jugar con nosotros y a los 5 cuando ve imágenes reflejadas en
el espejo. El espejo ayudará a que el pequeño pueda reconocerse a sí mismo como
persona, hecho que se consolida alrededor de los 8 meses.
Es también a los 5 meses
cuando reconoce a las personas que están con él habitualmente y responde, con
sonidos, a la voz del otro. Gracias a que ya es capaz de reconocernos, hacia
los 6 meses puede mostrar miedo o ansiedad delante de desconocidos. Empezará a
ser normal que no quiera estar en brazos de personas con las que no está de
manera habitual y llore al estar con desconocidos sin la presencia de sus
padres.
De 6 a 12 meses:
A los 7 meses entiende su
nombre y responde a él, esto quiere decir que si lo llamamos por su nombre se
girará a mirarnos.
Con 8 meses el niño
participa si jugamos con él al “tat” (el tat es como el juego de “aparecer y
desparecer”), este juego le va a permitir poder elaborar la separación de la
madre, empezará a comprender que aunque no la ve ella siempre está. Es también
a esta edad cuando ya se reconoce en el espejo, comprende el tono de voz del
adulto y la relación con la madre se intensifica y se diferencia de las que
tiene con otras personas.
Hacia los 9 meses aprende
a decir adiós con la mano, comienza a entender el significado de algunas
palabras y reconoce algunos juegos. Empieza a conocer los protocolos de las
relaciones, que uno habla y el otro debe escuchar en silencio, primeros
aprendizajes, bases de la futura comunicación no verbal y de las habilidades de
comunicación.
A los 10 meses comprende
una prohibición, comprende el significado del NO y le gusta estar en contacto
con otros niños, niñas y adultos.
De 12 a 18 meses:
En este periodo está
presente otro agente de socialización importante para el niño, la escuela. El
niño amplia sus relaciones sociales hacia sus iguales (otros niños), que será
con quienes pase la mayor parte del día.
Le gusta comunicarse, juega
individualmente, pero también se interesa por lo que hacen los compañeros en la
escuela infantil o en otras situaciones.
A los 16 meses le gusta
que le expliquen cuentos y le enseñamos imágenes.
De los 18 a los 24 meses:
Se comunica sobretodo con
las personas que conoce, que son las que pueden entender su habla y su gesto,
en este momento les gusta compartir verbalmente todo lo que hacen.
A los 21 meses pide la
bebida y la comida e imita algunas acciones sencillas del adulto, así como
frases o palabras escuchadas con anterioridad.
A los 24 meses se llama
por su propio nombre y ayuda a poner las cosas en su sitio.
Signos
de alarma:
A
los 3 meses no sonríe.
A
los 9 meses no presenta signos de relación social con la madre o con quien le
cuida: consolarse cuando está cerca, reír cuando le acaricia o le dice cosas…
Alrededor
del año rechaza cualquier contacto social o afectivo con los miembros de la
familia.
Carolina Cardona
Logopeda Col. 3644