Los abusos sexuales a menores son más frecuentes de lo
que generalmente se piensa, el hecho de que la mayoría de casos se producen en
la familia, el desconocimiento y la incertidumbre de lo que pueda pasar una vez
hecha la denuncia son algunas de las causas.
Con esta entrada queremos concienciar a todos aquellos
padres, madres o personas que estén en contacto diario con niños de la
importancia de conocer los signos de alarma para poder darse cuenta de cuando
puede ser que un niño esté padeciendo abusos, de la misma manera queremos
informar y hacer énfasis en la prevención.
El abuso de menores comprende aquellos actos que realiza cualquier persona, sin
violencia o intimidación y sin que haya consentimiento por parte de quien los
sufre, que atenten contra su libertad sexual.
Hay diferentes formas de abuso sexual, es importante
tener en cuenta que este no tiene que ser mediado por la violencia o la
agresión y que necesariamente no tiene que haber contacto
Incidencia
del abuso sexual infantil
Existen algunos estudios que reflejan la incidencia del
abuso sexual en las diferentes comunidades autónomas. Por ejemplo, en 1991,
Inglés informa de unos 7590 casos de maltrato a menores en Cataluña de los
cuáles el 2,8 por cien de los casos eran de abuso sexual. De cualquier modo,
los datos de los que se dispone son sólo una pequeña parte de los casos que
realmente ocurren y ello es así por las características propias del abuso:
✔
Muchos casos se producen dentro de la familia.
✔ Es
una cuestión referente a la sexualidad del individuo, sobre la que se mantiene
el secreto, el miedo y las falsas creencias.
✔ Los
niños pequeños no tienen autonomía para denunciarlo.
✔
Existe miedo en muchos profesionales y ciudadanos a las implicaciones que puede
originar la denuncia.
✔ Hay
un gran desconocimiento del tema, de sus diferentes manifestaciones, así como
de las situaciones de riesgo que pueden favorecer los abusos sexuales.
Pese a la elevada incidencia de abusos sexuales a
menores, no hay pruebas de que en la actualidad haya más casos que hace 40 ó 50
años. La detección sí ha sufrido un aumento importante, pero no hay pruebas de
que la incidencia también haya aumentado. Además, se estima que se conocen sólo
entre el 10 por cien y el 20 por cien de los casos reales. Posiblemente lo que
ocurre es que en la actualidad se produce menos tolerancia social respecto a la
vulneración de derechos de los niños. Hoy por hoy se estima que el 23 por cien
de las niñas y un 15 por cien de los niños sufre abusos sexuales antes de
los 17 años en España.
Los abusos sexuales a menores son, por lo tanto, más
frecuentes de lo que generalmente se piensa, aunque es necesario precisar que
en estos porcentajes se incluyen conductas sexuales sin contacto físico (el
exhibicionismo).
No existen signos indiscutibles que indiquen la presencia
de abuso sexual en menores, y en todo caso deben ser valorados por un
especialista, por tanto la presencia de uno o varios de ellos no indica
necesariamente el abuso pero es importante tenerlos en cuenta.
En general, los menores pueden presentar comportamientos
que no corresponde a su edad ni a las costumbres de la casa, mostrando mucha
curiosidad o haciendo preguntas o comentarios sobre sexo no esperables a su
edad (comportamiento seductor, evitación o rechazo de personas o lugares,
resistencia a desnudarse o bañarse, cambios bruscos de conducta, etc.)
Las conductas y comportamientos externos, deben ser
valorados por un especialista y deben tenerse en cuenta a la hora de apreciar
un posible abuso de menores:
- Cambios extremos de comportamiento:
pérdida del apetito, abundancia del llanto, aumento de las pesadillas,
miedo a la oscuridad.
- Retrocesos en el comportamiento: empezar de
nuevo a orinarse en la cama, chuparse el dedo.
- Expresión de algunos aspectos de las actividades sexuales
mantenidas: mediante
dibujos, fantasías o juegos.
- Sentimiento de miedo hacia una persona específica o a ser dejado en un
lugar.
- Muestra de una agresividad poco común.
- Autolesiones o accidentes frecuentes, pudiendo incluso llegar a presentar conductas suicidas.
- Ropa interior rota, manchada o anormalmente
sucia.
- Sangre en la vagina o el recto, dolor, picor
o inflamación en los genitales.
- Padecimiento de alguna infección vaginal.
Estas reacciones dependerán también de
la edad del menor y otros factores personales, por lo que hay que valorarlas
con cautela, siendo su médico o pediatra la persona indicada para valorar de
manera global estos aspectos, además de posibles indicios físicos que puedan
presentar.
El autor de los abusos sexuales a menores
puede ser cualquier persona con la que el menor mantenga una relación de
desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder.
Los hechos de abuso sexual a menores no deben
silenciarse. Es muy importante denunciarlos desde un primer
momento para poder dar protección a las víctimas.
Cualquier persona mayor de edad relacionada con el menor,
preferentemente el representante legal, tutores o guardadores, puede denunciar
los hechos en las dependencias policiales.
Es recomendable aportar todos los medios
de prueba de que se dispongan: parte médico, nombre de testigos, prendas que
portaba en el momento de los hechos ó cualquier otro vestigio.
Las
dificultades en el diagnóstico
El establecimiento del diagnóstico de sospecha de abuso
sexual es siempre muy difícil porque en la mayoría de ocasiones no existen
suficientes signos objetivos.
Debido a la gran dificultad de encontrar lesiones
demostrativas, la historia clínica es un elemento básico en el diagnóstico.
Junto con la historia clínica y las pruebas complementarias la exploración es
el otro pilar diagnóstico. Sin embargo, e incluso en casos en que el abuso es
confirmado por el agresor, los hallazgos son nulos.
El diagnóstico de abuso sexual provoca una serie
importante de consecuencias entre las que caben destacar las legales. La
atención a las pequeñas víctimas siempre requiere la colaboración de un equipo
multidisciplinario en el que deben intervenir un pediatra, un ginecólogo, un
psicólogo, asistentes sociales y diplomados en enfermería.
La
prevención
Para la prevención es importante el conocimiento y
la información (conocimiento del propio cuerpo, identificación de los genitales
y sus funciones, etc) pero esta por si sola es insuficiente. Es importante
que desde la niñez se tenga la posibilidad de adquirir, interiorizar y fortalecer
una serie de destrezas, competencias o habilidades que permitan a niños y niñas
poder defenderse efectivamente de situaciones de abuso sexual y no sexual. Se
trata de enseñarles “que responder” en caso de que se sientan presionados. En
el siguiente cuadro tenemos unos ejemplos:
LINEAS DE PRESION
|
RESPUESTAS ASERTIVAS
|
Vamos a jugar solos (cerrando la puerta)
|
“No me gusta jugar encerrado, abre la puerta o grito”
|
Te doy un premio y jugamos a que note toco como el
médico...
|
“No quiero jugar este juego”
“No quiero que me toques”
|
Abre la puerta, estamos solos, no te va a pasar nada
|
“No quiero abrir la puerta, no tenemos por qué estar solos”
|
Si le dices a alguien de este juego no te sigo
queriendo y no te hablaré
|
“No me gusta este juego, le contaré a papá y mamá,
aunque no me hables”
|
Un extraño le ofrece dulces...
|
“No me gusta recibir dulces de extraños”
|
Están ricos tómalos...
|
“Le dije que no deseo, váyase o grito”
|
Alguien intenta tocar los genitales...
|
“no me toque, usted no tiene derecho, le diré a mi
mamá”
|
Esto es un simple juego, déjate tocar...
|
“Esto no son juegos para niños, no me quiero dejar
tocar... y busca ayuda adulta”
|
Alguien roza sus genitales...
|
“Usted no tiene derecho a rozarme con sus
genitales”... y se marcha del sitio buscando ayuda adulta
|
Generalmente se piensa la prevención del abuso
sexual infantil en el sentido de que no sean abusados sin tener en cuenta
la perspectiva contraria: no abusar de los demás. Las propuestas de
prevención del abuso infantil deberían tener dos objetivos:
- Desarrollar elementos que habiliten a niños y
niñas para la protección ante situaciones de abuso sexual y no sexual.
- Desarrollar elementos que predispongan a niños
y niñas a evitar prácticas de abuso sexual y no sexual con los demás.
BIBLIOGRAFIA
- www.guardiacivil.es
- J.
Pou Fernández, I. Jordán García, L. Gómez López: Abuso sexual infantil.
Nuestra experiencia de un año. VOL. 45 Nº 3, 1996 ANALES ESPAÑOLES DE
PEDIATRIA
- P. Horno Goicoechea, A. Santos Náñez, C. del Molino Alonso: ABUSO SEXUAL INFANTIL: MANUAL DE FORMACIÓN PARA PROFESIONALES. 2001 SAVE THE CHILDREN
Anna Caralt Fort
LOGOPEDA
Col. 3735
Un post muy interesante. Buen trabajo!
ResponderEliminarUn saludo,
Sheila