La disfemia, más conocida comúnmente como tartamudez, es un trastorno de la
fluidez del habla que se caracteriza por una expresión verbal interrumpida en
su ritmo de un modo más o menos brusco. La interrupción del discurso se
acompaña de otros signos anormales que afectan funcionalmente a la coordinación
fonorrespiratoria y al tono muscular junto con respuestas emocionales y
negativas.
Existen dos formas diferenciadas de disfemia:
·
Disfemia
tónica, se caracteriza por un habla entrecortada con espasmos que afectan a diversos
grupos musculares relacionados con el habla y que provocan el bloqueo de esta.
El disfémico trata de resolver el bloqueo con un gran esfuerzo que intensifica
aun más el tono muscular y provoca un habla explosiva y violenta.
·
Disfemia
clónica, producida por breves y rápidas contracciones bucales que dan lugar a
una repetición de parte de la palabra.
Ambas formas de tartamudeo suelen darse a la vez en el mismo sujeto, con
mayor predominio de una de ellas.
Debemos diferenciar la disfemia de la disfemia evolutiva, también conocida
como no-fluencia normal o habla vacilante de la primera infancia (hasta los 5
años). Esta suele aparecer en las primeras etapas de lenguaje donde apreciamos
que nuestro hijo ya es capaz de construir frases pero cuando quiere decirnos
algo aparecen detenciones en su discurso y repeticiones de vocablos que dan
aspecto de tartamudeo, pero está exenta de bloqueos y otros síntomas. Esta
desaparecerá a medida que nuestro hijo va desarrollando su lenguaje. Es
importante no generar ansiedad alrededor de este tartamudeo, ya que podría
desencadenar una vivencia negativa en cuanto al momento de la comunicación por
parte del niño. Para ayudarle, no debemos acabar las frases ni decirle que es
tranquilice, cuando esté sucediendo debemos esperar pacientemente a que el niño
acabe de hablar y procurar que no se preocupe por lo sucedido.
De todas maneras si vemos que las dificultades en la fluidez del lenguaje
de nuestro hijo perduran pasadas unas semanas y estas no mejoran, seria
conveniente consultarlo con el pediatra del niño que podrá orientar a los
padres.
Pasada la primera infancia, la disfemia se caracteriza por la aparición de
otros signos anormales, reacciones emocionales negativas y otras anomalías de
la conducta verbal y motora:
·
Reacciones
de ansiedad ante situaciones verbales.
·
Miedo
a hablar.
·
Movimientos
que acompañan al tartamudeo, afectando preferentemente a la musculatura
orofacial y del cuello.
·
Alteración
funcional fonorrespiratoria al tartamudear.
·
Economía
de la expresión verbal.
·
Entonación
monótona al hablar.
·
Abuso
de sinónimos: sustitución de palabras que al disfémico le resultan difíciles y
a las que teme.
·
Uso
de “muletillas” que parecen ayudar al disfémico a enlazar frases con más
fluidez.
Hay que tener en cuenta que no siempre se dan estos signos, ni con la misma
intensidad ni con la misma frecuencia.
En cuanto al tratamiento de la disfemia lo mejor es que se elabore un
programa individualizado para cada caso, donde inicialmente se valorará las
expectativas a conseguir: una fluidez total o bien limitarse a reducir la
gravedad de la sintomatología. Los resultados del tratamiento dependen en gran
medida de la continuidad y tesón empleados para llegar a conseguir el objetivo
propuesto.
Carolina Cardona Montano
Logopeda col.3644
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