EPILEPSIA
INFANTIL II
En la siguiente
entrada damos continuidad a la anterior entrada de Epilepsia I en la que explicábamos en qué consiste dicho trastorno,
cuáles son sus causas, y los tipos de crisis epilépticas que puede sufrir un
niño. En esta entrada tratamos el tema de su prevención, que tratamiento es el
más óptimo así como también como debemos actuar como adultos, cuando tenemos en
nuestro entorno un niño con este trastorno.
Recordamos que la Epilepsia
es un trastorno neurológico provocado por el aumento de la actividad eléctrica
de las neuronas en alguna zona del cerebro. La persona afectada puede sufrir
una serie de convulsiones o movimientos corporales incontrolados de forma
repetitiva.
PREVENCION
Muchos casos de epilepsia secundaria a traumatismos se
pueden prevenir haciendo uso de los cinturones de seguridad en los vehículos y
de cascos en las bicicletas y motos; poniendo a los niños en asientos adecuados
para coches y, en general, tomando las medidas de precaución necesarias para
evitar traumatismos y daños en la cabeza.
Seguir un tratamiento después del primer o segundo ataque
también puede prevenir la epilepsia en algunos casos.
Unos buenos cuidados prenatales, incluyendo el
tratamiento de la tensión alta e infecciones durante el embarazo, pueden
prevenir daños cerebrales durante el desarrollo del bebé, que conduzcan a una
posterior epilepsia u otros problemas neurológicos.
El tratamiento de enfermedades cardiovasculares, tensión
alta, infecciones y otros trastornos que puedan afectar al cerebro durante la
madurez y la vejez también puede prevenir muchos casos de epilepsia en adultos.
Por último, identificar los genes implicados en muchos
trastornos neurológicos puede ofrecer oportunidades para un estudio genético y
un diagnóstico prenatal que puede prevenir muchos casos de epilepsia.
TRATAMIENTO
Un diagnóstico cuidadoso y exacto
del tipo de epilepsia que padece el enfermo es fundamental para encontrar un
tratamiento efectivo. Hay muchas formas diferentes de tratar la epilepsia. Los
tratamientos actuales pueden controlar los ataques, al menos durante cierto
tiempo, en aproximadamente un 80% de los pacientes con epilepsia.
Las posibilidades de tratamiento de
la epilepsia son la medicación, la cirugía y una dieta
alimenticia específica. La mayoría de las veces, lo que se aplica es una
combinación de las dos o de las tres modalidades.
- Medicamentos. Actualmente hay un gran número de medicamentos para personas epilépticas, cada uno de los cuales es apropiado para los diferentes tipos de ataques con diferentes efectos benéficos y efectos secundarios. La medicación para la epilepsia tiene una condición muy importante. Más que en ningún otro caso, se deben seguir al detalle las instrucciones que dé el médico, referentes a cómo tomar los fármacos, el momento del día, acompañados de la ingestión de alimentos o no... La razón principal es que lo primero es lograr que el organismo alcance un nivel general favorable a la prevención de este trastorno.
Posteriormente, la elección de otros
medicamentos y sus dosis se tienen que ir ajustando a las condiciones de cada
persona afectada. Se considera que el paciente "está curado" de las
crisis convulsivas cuando se ha logrado un control completo de las crisis
durante un período mayor de 2 años.
El período de mayor riesgo de
recaídas en las crisis son los primeros 6 meses después de suspender la
medicación. Algunos factores que aumentan la posibilidad de reaparición de las
crisis después de un control completo están relacionados con:
- Período prolongado de crisis convulsivas (más de 6 años) antes de lograr el control completo de las crisis
- Crisis frecuentes, más de 2 por mes, antes de lograr el control completo.
- Déficit neurológico evidente
- Retraso mental
- Crisis convulsivas mixtas
- Descargas convulsivas persistentes en el electroencefalograma al finalizar el período de dos años de control de las crisis.
Para la mayoría de pacientes
epilépticos, los ataques pueden ser controlados con un único medicamento,
administrado en la dosis y forma adecuadas. Debido a que la combinación de
varios medicamentos amplifica los efectos secundarios, sólo se prescribe en
aquellos casos en que el control de los ataques es imposible con un único
medicamento.
- Alimentación. Cuando los medicamentos no dan resultado, una alternativa o complemento al tratamiento puede ser una dieta rica en grasas y baja en hidratos de carbono y proteínas, que el médico o un dietista profesional también indicará y ajustará a las necesidades personales. Esta dieta especial se llama cetogénica, porque dichos alimentos, una vez ingeridos y asimilados, se convierten fácilmente en una sustancia química que se llama cetona.
- Cirugía. La intervención en quirófano es otra alternativa de tratamiento, pero sólo se escoge tras realizar al paciente un detallado análisis. El objetivo de la operación es quitar la parte de tejido cerebral que esté dañada para que los ataques no se sigan produciendo.
El desarrollo de los
trastornos epilépticos dependen de muchos elementos, desde la edad en que
empiezan, hasta la rapidez con que se detectan como convulsiones propias de
esta enfermedad y del tratamiento que se recomienda. Algunas formas de
presentación de los ataques son realmente leves y llegan a desaparecer. Otras,
que pueden considerarse algo más serias, no desaparecen, pero sí permiten
llevar una vida prácticamente normal con un control regular mínimo.
ACTUACIÓN FRENTE A LAS
CRISIS
Qué se debe hacer
- Lo ideal es tratar de echar a la persona en el suelo, porque si no terminará cayendo por sí misma con el consiguiente riesgo de lesión.
- Si el enfermo ya se está medicando, lleva siempre consigo unas pastillas, tabletas o similar y ha informado de ello a los que se encuentran con él en el momento del ataque, habrá que introducirle el fármaco en la boca antes o después de que se produzca la crisis (durante la crisis no tiene sentido porque el proceso digestivo se detiene).
- Hay que tener mucho cuidado al acercarse al enfermo, porque incluso estirado en el suelo despliega una fuerza inconsciente fuera de lo normal y puede dar golpes con cualquiera de las extremidades.
- Se deben apartar de inmediato todos los objetos que puedan estar a su alrededor, porque podría alcanzarlos y golpear o golpearse con ellos.
- Uno de los movimientos incontrolados que realice será probablemente con la boca, así que hay que tratar de ponerle entre los labios un objeto alargado y duro (un palo, por ejemplo), para que no se muerda la lengua ni los labios, que pueden terminar seriamente dañados.
- Para que no se golpee la cabeza contra el suelo durante las convulsiones, se le puede colocar debajo de la nuca un almohadón, o bien una prenda de ropa doblada.
- No hay que tratar de trasladar a la persona mientras sufre el ataque. Lo mejor es esperar a que éste pase. Si las convulsiones se prolongan más de cinco minutos, o se sabe con certeza que se trata de una persona diabética o embarazada, lo que se debe hacer es avisar a una ambulancia). Una vez superado el ataque epiléptico, el enfermo no recordará qué le ha pasado y se sentirá muy confuso; no hay que dejarle sólo, porque es posible que no recuerde dónde está o dónde vive.
Qué no se debe hacer
- No es necesario realizar respiración artificial.
- Los cambios de coloración de la piel se producen a causa de la reactividad de los vasos cutáneos.
- No hay riesgo de que el niño se ahogue con su lengua.
- Los ruidos se deben a la falta de coordinación de la respiración y al aumento de secreciones.
- No se debe sacudir o golpear al epiléptico.
- La crisis comienza y se interrumpe de forma espontánea.
- No hay que ponerle alcohol en la frente.
- No es útil administrarle medicamentos por la boca.
- El epiléptico está inconsciente, el mecanismo para tragar está falto de coordinación en ese momento. Además, los medicamentos anticonvulsivos no hacen efecto inmediatamente; los cambios en el control de las crisis se aprecian cuando los fármacos ya han llegado a la sangre en cantidades suficientes y tras 7 días como mínimo.
- Pasada la crisis no se necesita ningún sedante.
BIBLIOGRAFIA
Lucía
Galván Trapote
Psicóloga.
Especialista
en Atención precoz y familia
Num.
Col. 18562
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