viernes, 15 de febrero de 2013

LA DEPRESION INFANTIL



En este artículo abordamos una patología importante en el mundo de la infancia que es la Depresión Infantil. La depresión no sólo se diagnóstica a adultos sino también a nuestros pequeños y  debemos estar alertas y saberlo detectar para poder ayudarlo.

A lo largo de nuestra vida todos nos hemos sentido deprimidos por alguna situación que va más allá de lo que nosotros mismos podemos manejar, hemos llorado, hemos sentido ansiedad, culpabilidad, preocupación….. Pero qué les ocurre a los niños que manifiestan estos síntomas?, a continuación os damos unas pequeñas claves.

Hace unas décadas no se podía confirmar la existencia de la depresión infantil como trastorno, ya que se pensaba que los niños no podían presentar la misma sintomatología que los adultos. Los rasgos depresivos que presentaban los niños, se consideraban como parte del desarrollo o como simples estados de ánimo que pasarían sin ningún problema ni transcendencia.
Fue a partir de la década de los años 70 cuando se llega a la conclusión de que la depresión infantil afecta tanto a niños como adolescentes.

La Depresión Infantil (DI) se conoce como un desorden caracterizado por una alteración en el estado de ánimo, acompañada por cambios en el comportamiento a nivel familiar, social y escolar. El principal problema reside en que el estado de ánimo persiste e interfiere con las capacidades y acciones de la vida cotidiana en la persona. Este trastorno se presenta de diversas formas y con grados y duración variable. Los síntomas varían según la etapa de desarrollo en la que se encuentra el niño. La aparición de la DI se asocia a diversos factores como los genéticos y los psicosociales.

SINTOMATOLOGÍA

En el manual de Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales 4ª Edición del DSM-IV incluye los trastornos del estado de ánimo en niños bajo los criterios diagnósticos para adultos. La diferencia la encontramos es que manifiestan más comúnmente quejas somáticas, rechazo social, pérdida de interés, y de la capacidad de experimentar placer, cambios en los patrones de alimentación, sueño, y peso corporal, actividad, concentración, nivel de energía, autoestima, motivación, enlentecimiento psicomotor, e hipersomnia, en comparación con otros adolescentes y adultos.
Actualmente, según la clasificación DSM-IV, se considera que un niño para ser diagnosticado con Trastorno Depresivo Mayor debe tener al menos 5 de los siguientes 9 síntomas, con una duración de dos semanas:
-          Estado de ánimo deprimido
-          Pérdida de interés o capacidad para el placer
-          Pérdida o aumento significativo de peso
-          Insomnio o hipersomnia casi a diario
-          Agitación o enlentecimiento psicomotor
-          Fatiga o pérdida de energía
-          Sentimientos de inutilidad o culpa
-          Disminución de la capacidad para concentrarse o pensar
-          Ideas recurrentes de muerte

Según la clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), se menciona el episodio depresivo según tres formas: leve, moderado y grave.
-          Episodio depresivo leve: el episodio debe durar al menos dos semanas y ninguno de los síntomas debe estar en grado intenso. Presenta los siguientes síntomas: animo depresivo, aumento de fatiga y pérdida de interés.
-          Episodio depresivo moderado: deben de estar presentes al menos dos de los siguientes síntomas: ánimo depresivo, perdida de interés y de la capacidad de disfrutar de las cosas. Deben durar al menos dos semanas. La persona tiene grandes dificultades para poder continuar desarrollando sus actividades cotidianas.
-          Episodio Depresivo grave: la persona debe presentar una considerable angustia o agitación. Deben de estar presentes 3 síntomas de una intensidad grave.

Los síntomas van variando en función de la etapa evolutiva en la que se encuentre el niño. En niños pequeños hasta que entran en el colegio, la depresión se caracteriza por ser más psicosomática (trastornos en la alimentación y del sueño, enuresis, crisis del llanto….) y puede desarrollarse en tres fases de conducta:
1.       Fase de protesta: corresponde a una ansiedad de separación de la figura de referencia (suele ser la madre).
2.       Fase de desespero: el niño rechaza la comida, no se deja vestir, se queda callado, inactivo, sin solicitar nada de su entorno, con expresiones de pena y duelo.
3.       Fase de desvinculación: se elabora la pérdida y se construyen defensas contra las mismas, las conductas más comunes son el llanto y el grito.

En niños mayores se presenta una alta sensibilidad, problemas de conducta, irritabilidad y sentimientos de inferioridad, que a veces ocasionan ideas de suicidio, tienen expresión de tristeza y muestra escaso interés hacia el entorno; rechaza la ayuda que se le ofrece y abandona todo aquello que le decepciona. Junto a estos síntomas pueden aparecer los ya nombrados síntomas de base somáticos.
Algunos niños enmascaran la depresión mediante una autocrítica exagerada, un fracaso escolar y dificultades en el manejo de la agresividad.
En los adolescentes la sintomatología explicada anteriormente se hace más aguda, aparecen sentimientos de auto-desprecio, impotencia, inhibición respecto al entorno, ideas de suicidio….

Cada niño tiene su personalidad y sus estrategias y formas de aceptar los cambios que se producen en la vida. Es clave conocer al niño y saber que actitudes y/o comportamientos son propios de su manera de ser. No hay que apresurarse a sacar conclusiones rápidas.

CAUSAS DE LA DEPRESIÓN INFANTIL

La depresión infantil ha sido asociada a diversos factores precipitantes como los biogenéticos y psicosociales que son aquellos que se refieren a circunstancias o eventos críticos que son inmediatamente anteriores a la aparición de la misma. 
Factores biogenéticos: se incluyen la disfunción del sistema neuroendocrino (aumentan los niveles de cortisol y disminuye la hormona de crecimiento); disminución de la actividad de serotonina (neurotransmisor neuronal) y por efecto de la herencia (caso de padres depresivos).
Factores psicosociales: desde el momento del nacimiento todo niño se expone a un sinfín de estímulos, experiencias, situaciones traumáticas, eventos positivos y negativos, que forman parte de nuestro entorno social.
Un factor importante es la familia encargada de mantener satisfactoriamente el equilibrio de sus miembros. Los padres es el entorno más inmediato del niño, el apego ante madre e hijo es el motor de una adecuada integración social y personal del niño. Los padres deben de prestar una adecuada atención en la construcción de una adecuada autoestima y autoeficacia de su hijo, así como de incentivar en ellos la capacidad de afrontamiento y proporcionarles las herramientas necesarias para un adecuado manejo de la frustración.

Se ha detectado que los eventos vitales más significativamente asociados a la depresión infantil son la muerte de familiares cercanos, separación o divorcio de los padres, padres ausentes, maltrato físico y/o verbal por parte de un familiar, abuso sexual y familia disfuncional.
Es necesario que se dé una cierta vulnerabilidad personal, familiar y ambiental que combinadas dan lugar a la aparición de la conducta desajustada.

TRATAMIENTO

El tratamiento de la DI debe de ser individualizado, adaptado a cada caso en particular y en la fase de desarrollo en la que se encuentra el niño, teniendo en cuenta su evolución cognitiva, su maduración social y su capacidad para mantener la atención. Se debe de involucrar de una manera activa a los padres y realizar intervenciones hacia el entorno del niño.

El tratamiento se puede realizar desde diversas perspectivas:

TRATAMIENTO PSICOLÓGICO:
 Terapias cognitivas: programas dirigidos a modificar las distorsiones cognitivas. Este tipo de terapias en primer lugar favorece las habilidades y autocontrol y en segundo lugar se pretende que el niño aprenda a realizar esfuerzos positivos disminuyendo las actitudes punitivas.
Con la técnica de auto-observación dirigida se busca que se preste más atención a los acontecimientos positivos y favorables, rechazando la preferencia que tienen por las situaciones depresiógenas. Con la técnica de auto-evaluación se pretende que el niño deprimido se muestre menos perfeccionista y exigente en sus logros, adecuándose a expectativas y rendimientos más realistas. Por último las técnicas de auto-control, incluyen cualquier actividad que ayude a favorecer la asertividad.
Terapia psicodinámica: enfocada al tratamiento de la DI, ayuda a entenderse el niño a sí mismo, a identificar sentimientos inapropiados, a mejorar su autoestima a mejorar patrones desadaptativos de conducta a interactuar de manera eficaz con los otros y superar conflictos pasados y futuros.
Terapia familiar: terapia de grupo, en la que todos los miembros de la familia  reciben ayuda para manear los problemas internos relacionados con las relaciones que mantienen entre ellos.

 TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO:
El uso de fármacos debe de estar preescrito y controlado por un médico psiquiatra. Entre los antidepresivos más utilizados encontramos los Tricicliclos: imipramina; amitriptilina; e Inhibidores Selectivos de Recapturación de la Serotonina (ISRS).

 TRATAMIENTO COMBINADO:
Esta tipo de tratamiento consiste en la combinación de terapias Farmacológicas; varios tipos de psicoterapia (individual; familiar y de grupo) y diferentes programas conductuales y psicopedagógicos.

Para concluir dejar constancia de la importancia una buena harmonía familiar, un clima positivo de confianza, que estimule la comunicación, son elementos que facilitan la prevención de este tipo de trastorno en la infancia. Lo más importante es que los padres estén en alerta ante las señales que transmita el niño para poder poner solución lo antes posible ya que ellos son el factor más relevante en el tratamiento de la DI.

BIBLIOGRAFIA

Mª. A. D. Zamorano. Análisis bibliométrico sobre depresión infantil en España. (2003) Revista Internacional de Psicología Clínica y de la Salud. ISSN 1576-7329. Vol.3, Nº1. Pp 645-653.

V. del Barrio; D. Frias; V. Mestre. Autoestima y depresión en niños. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). (1994). Rev. de Psicol. Gral. Y Aplic. 47 (4), 471-476







Lucía Galván Trapote
Psicóloga. Num. Colegiado. 18562

2 comentarios:

  1. Este cuento puede ayudar: http://joseluisregojo.blogspot.com.es/2013/01/max-y-su-sombra.html

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