domingo, 20 de octubre de 2013

El aprendizaje


Esta semana decidimos hablar sobre el aprendizaje y las diferentes maneras en que los niños viven y se aproximan a él. El aprendizaje no siempre es vivido como una experiencia positiva y debemos aprender a identificarlo para poder ayudarlos.

Aprender. Una palabra que utilizamos con frecuencia pero hoy nos proponemos a analizarla más a fondo y saber que implica aprender y qué necesitamos para aprender.
Igual que existen un conjunto de necesidades biológicas que el organismo ha de satisfacer para mantener un correcto equilibrio, también tenemos necesidades psicológicas que conviene llegar a satisfacer para conseguir mantener un buen desarrollo intelectual y funcional.
Así que aprender estaría motivado por la diferencia que existe entre lo que sabemos y lo que queremos saber que provoca un cierto grado de necesidad funcional y psicológica. El deseo de aprender esta también provocado por la curiosidad, producto del interés por los otros, por el entorno y por las ganas de conocerlos más a fondo.
Aprender es también una experiencia emocional que se inicia a partir del nacimiento y que se establece dentro de un proceso, continuo y sin final, de interacción mutua entre el niño, los padres y el medio.
Para aprender es necesario cumplir unas premisas: reconocer el no saber, siendo capaz de tolerar la frustración que esto representa, sentir deseo y necesidad y por último aceptar ser enseñado. Aprender es un proceso de dependencia. Es preciso pasar de la posición primitiva de no necesitar o no reconocer al otro, al deseo de necesitar ser enseñado. El aprendizaje pues ha de vivirse como algo que complementa las carencias, reconociendo que se tienen y disminuyendo las defensas omnipotentes y narcisistas que la ansiedad de aprender puede ocasionarnos.
Según las ansiedades y defensas predominantes se darían distintas actitudes frente al aprendizaje, por ejemplo, el niño que no puede aprender porque necesita defensivamente mantener la creencia que lo sabe todo y alejarse así de las ansiedades frente al no saber. También hay niños a los que representa admitir que no sabe y le resulta humillante ya que “debería saberlo”, o bien el niño que siente que aprender es un sometimiento o un sentirse atrapado.
Todo esto son diferentes maneras de acercarse o alejarse del aprendizaje. Intentar averiguar cuál es el estilo predominante de un niño es fundamental para saber en que momento hemos de pedir ayuda profesional para poder ayudarlo.
Pedir ayuda en edades tempranas permite poder ayudar al niño a vivir el aprendizaje de otra manera, ayudándole a disfrutar del proceso del aprendizaje y podemos evitar que se consolide como un trastorno de aprendizaje. En este como en mucho otros casos la prevención es un acierto.


Carolina Cardona
Logopeda
Col. 3644

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