martes, 8 de octubre de 2013

Las rabietas



Cada vez es más frecuente ver a padres preocupados que no saben como reaccionar ante la rabieta de su hijo. Es difícil enfrentarse a estas rabietas, ya que muchas veces hace que los padres generen muchas dudas sobre como deben actuar y la inseguridad, que estas mismas preguntas sin respuesta generan.
Ante una situación cotidiana de repente el niño se enfada, nos dice que no a cualquier protesta, grita, patalea, llora. Cuando esto ocurre los padres muchas veces no saben como actuar. Puede generar dudas, los padres pueden pensar: “ ¿y si de verdad le pasa algo?” “¿lo estaré haciendo bien?” Sin embargo, esta es una conducta normal en los niños, y sólo es necesario saber cómo reaccionar.
Muchos padres se sienten avergonzados o no saben como actuar ante las repetidas rabietas de su hijo en público, y tienen muchas dudas sobre cuál es la actitud a tomar. Ante todo, lo más importante es conservar la calma. Los gritos de un niño son estridentes y desagradables, pero los padres deben pensar que se trata de una actitud relativamente natural. Es una etapa difícil, y en mayor o menor medida todos los niños pasaran por ella.
Las rabietas son el resultado de la incapacidad de contener los impulsos ante una situación de frustarción. Los niños deben aprender que, en ocasiones, delante de la negativa del adulto, no pueden cambiar la respuesta. Suelen aparecer en los niños que tienen entre 12 y 18 meses de edad, y empeoran entre los dos y los tres años, un período en el cual asumen que son seres independientes de los padres y quieren controlar esa independencia. Si están cansados, hambrientos o enfermos, las rabietas suelen ser más frecuentes o intensas.
En cualquier caso, no es aconsejable que los padres griten o golpeen al niño, ya que en la mayoría de casos esto empeora la situación y tampoco servirá de nada. Tampoco deben ceder ante las peticiones del niño. Hay que recordar que los niños necesitan que un adulto les contenga y ponga límites. Aunque sea difícil, ellos lo necesitan, y de esta manera los ayudamos a tolerar la frustración (necesario a lo largo de la vida) además de educarlos, enseñándoles los límites. Seria aconsejable llevarlo a un lugar apartado, como el lavabo o el coche, y allí reducir el estrés del niño hasta que la rabieta cese. Es importante hacerlo sin romper las normas que los padres han establecido.
Mientras no tenga una conducta destructiva, podemos anticipar que esperaremos a que se calme, pero que eso no va hacernos cambiar de opinión y esperaremos hasta que se le pase, sin prestarle más atención, ya que el berrinche es una conducta para llamar la atención. Una vez que se haya calmado, los padres pueden hablar serenamente del asunto con el niño. Otra táctica que puede funcionar bien es la distracción suave hacia otro foco de atención del niño.

¿Cuándo son anormales las rabietas?
Podemos considerar que las rabietas son anormales y precisan de ayuda de un especialista:
  • Si no menguan una vez superados los 4 años.
  • Si el niño causa lesiones o se autolesiona durante un berrinche.
  • Si se aguanta la respiración o se produce un desmayo.
  • Si el niño se niega a comer o a dormir de forma reiterada.
  • Si estas van acompañadas de otros síntomas como pesadillas, terrores nocturnos, involución en el control de los esfínteres, dolor de estómago, ansiedad, o incluso aferrarse a los padres.
Bibliografia:
http://faros.hsjdbcn.org

Carolina Cardona
Logopeda
Col. 3644

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